viernes, 22 de abril de 2011

Krisis

Crisis, que viene del vocablo griego krisis que significa decisión, elección. Es la oportunidad de elegir entre diferentes caminos. Siguiendo este significado, vemos que las crisis no significan caos ni son necesariamente negativas. Pueden y deben representar la posibilidad de un cambio. Por complicado que parezca en el momento, una crisis debe permitir, primero, una profunda reflexión sobre el contexto y el estado de las cosas, y una retrospección sobre las múltiples causas que guiaron al resultado que se vive. Segundo, la crisis debe de permitir pensar en el cambio como la única opción, ya no hay marcha atrás ni estática, sino puro dinamismo. Tercero, entendido el proceso de este modo, se debe de entender como la posibilidad de influir en el cambio. Esto último es lo más relevante pero imposible de lograr si no se entienden las crisis, por duras y crueles que sean, como oportunidades manifiestas y necesarias de transformación.

Pero la pregunta importante es ¿para dónde el cambio? Eso lo definimos nosotros, el cambio para donde nos plazca, para donde veamos una mejor oportunidad de crecer, de gozar, de vivir a plenitud.

Hace dos meses atravesé una gran crisis en mi vida, la mayor que he vivido hasta el día de hoy. Fue dura, cruel, difícil de superar. Me perdí, dolió en el alma, la lloré, la odié, la negué. Pero de pronto, caí en cuenta que tenía que abrazarla, entenderla y amarla, porque representaba una oportunidad de oro para mi para modificar algunas de mis circunstancias del momento. Me permitió ver los errores en los que estaba cayendo, mis negaciones, mis perdiciones, mis adicciones, mis deliciosas distracciones que me llevaban hacia un camino que no era mio, que no correspondía a mi naturaleza ni alimentaba mi espíritu.
Esa crisis me dio los elementos para darme cuenta de todo ello, y lo primero que tuve que hacer, y fue más doloroso que la crisis misma, fue entender qué me había llevado hasta ahí (aún sigo en ello). Para mi ego fue un golpe durísimo, aceptar mis estupideces y quererlas, porque al final, me enseñaron, me están enseñando.

Me di cuenta de que varias cosas tenían que cambiar, no podían ni debían seguir el mismo patrón. Se me presentó una grandiosa oportunidad, con cara de krisis, para hacer una pausa, reflexionar y meditar sobre quien soy, lo que hago, lo que deseo y si voy para donde quiero, si vivo como quiero. Sigo ahí, definiendo cosas, sigo identificando, analizando, sintiendo, viviendo esta krisis que la he prolongado, porque decidir, decidir cuestiones tan fundamentales, requiere tiempo. No se trata de calmar a la bestia, sino de verla, atestiguar su comportamiento y decidir si te le unes o la combates, y como hacerlo. 
El punto es decidir, para dónde y cómo, y muy importante, con quienes la vives y la compartes.

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